A veces se nos olvida con mucha facilidad que somos seres
que estamos en un mundo en el que todo está relacionado y todo está, o debería,
en equilibrio. Es una regla muy sencilla para poder cohabitar y sobrevivir, y
si además se puede, disfrutarlo.
En estos días comprobamos cómo en algunas grandes ciudades
(Madrid, Barcelona…) se ha elevado extraordinariamente la contaminación
atmosférica. “Es normal, eso pasa en las grandes ciudades”, comentarios así se
escuchan con facilidad, como comentando algo que es lógico, que forma parte del
juego del equilibrio de la vida. Pero no, de eso nada, no es normal, ni
siquiera es alguna cuestión que tienda a motivos de evolución constructiva.
Vamos en contra del mundo, de la naturaleza, de sus seres, y por supuesto, del
propio ser humano.
Hace falta cambiar algún que otro esquema productivo y sobre
todo lucrativo, para que este panorama no sólo cambie unos días, sino que vaya
rolando a una verdadera “normalidad” en la que los contaminantes si no
desaparezcan, sí incidan lo menos posible. Por nosotras y nosotros, por todas y
todos. Por el presente y el futuro.
No podemos resignarnos a ver esta realidad con complacencia
y resignación. Podemos aceptar que estamos en este punto, pero que se puede
construir en otra dirección más sostenible, más solidaria, más ecológica. Se
puede, y deberíamos ponernos a ello, y un primer paso es tal vez, utilizar
mucho menos los vehículos a motor, tal vez no pueda ser de forma sistemática,
pero al menos, puntualmente, cuando podamos y sea posible llegar a nuestro
destino -y regresar- por otros medios como caminando, en bici, o cómo no, en
transporte colectivo y público.
Es una cuestión de sintonía con la naturaleza, de
sensibilidad, y de coherencia, pero también de decisión de cada una y cada uno. Es solidaridad, no lo olvidemos. Y en esto, hay que añadir que es también una cuestión de educación, hay que
invertir tiempo y esfuerzo para transmitir los contenidos pedagógicos
necesarios para que la población sea más sensible y solidaria con este devenir
ecológico y sus alternativas.
No puedo dejar de recordar unas palabras del Papa Francisco
en un discurso al parlamento Europeo en noviembre de 2014: “El respeto por la
naturaleza nos recuerda que el hombre mismo es parte fundamental de ella. Junto
a una ecología ambiental, se necesita una ecología humana, hecha del respeto de
la persona”. Porque personas y naturaleza van de la mano, las personas dependen
de la naturaleza, y ella, de las decisiones de las personas…
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